Hace muchos meses, recibí un correo de una empresa que quería vender un lote de contenedores de madera. Aquí, en nuestra zona, los conocemos como "palops de campo", esos que se utilizan para transportar frutas como naranjas, melones y sandías del campo a la cooperativa. Aunque la mayoría hoy en día son de plástico, este lote era de madera.
No eran esos palops robustos y duraderos de antaño; se trataba de un modelo más ligero, hecho de madera rojiza y conocido como "tipo Uruguay". No suelen tener mercado, ya que son de menor resistencia y baja demanda. En este caso, el lote era grande, y uno de mis socios lo adquirió, cubriendo apenas el costo del transporte y vendiéndolo a un precio irrisorio. Como yo había negociado el trato, me quejé por el bajo precio de venta, así que, para dejar las cosas en paz, mi socio me envió un tráiler lleno de estos palops al almacén, sin cargo.
En aquel momento pensé: "Ahora verás cómo yo si los vendo bien de precio…" Pero más de 12 meses después, la pila prácticamente no se había movido. Empecé a preocuparme por lo que podría decir mi socio si se daba cuenta de que estos palops no encontraban salida, y lo cierto es que él tenía razón. Bajamos el precio por debajo de los 10 euros, y ni así había interesados. Aunque los palops tenían buena apariencia, su altura de apenas 30 cm quizá era lo que los hacía menos atractivos.
Entonces, llegó la DANA a Valencia, y comenzaron a pedirme ayuda para transportar artículos de primera necesidad. Recibí un mensaje desde Badalona que decía: "Estamos buscando contenedores para enviar donaciones a Valencia". Cuando le mencioné que yo también era de Valencia, la persona se disculpó rápidamente, probablemente pensando que estaría afectado por la tormenta. Afortunadamente, tuve suerte, pero otros no. Así que le ofrecí mi ayuda.
Después de intercambiar mensajes y llamadas, acordamos que pasarían a recoger los palops. Yo mismo los cargué en el camión, ya que llegó justo a las 13:28, cuando mi personal estaba por salir. Finalmente, enviamos 55 de aquellos palops "tipo Uruguay" y 70 cajas de plástico (parte de un lote que adquirí especialmente para donación).
De esta manera, aquellos palops encontraron un nuevo hogar, y, esta vez, uno con un propósito solidario. Se fabricaron en Uruguay, cruzaron el Atlántico cargados con frutas, probablemente naranjas destinadas a Valencia. "Palops traidores," pensé al principio, ya que parecían no querer ser vendidos. Pero, al final, llegaron para ayudar a Valencia.
Ahora llevo algunos más en la furgoneta de trabajo, destinados a Pedralba, donde se usarán en el almacén de comida, que según me han comentado, necesita algo de orden.
Si quieres conocer más sobre este tipo de palops, aquí tienes el enlace al lote: Lote de 104 Palops Semi-nuevos de Madera 100x120x30 cm.
Cada lote tiene su historia, y estos palops, de ser un "fallido", encontraron un propósito en el momento más necesario.
David Izquierdo
CEO iCommers